Eaa nació en una pequeña isla del Grand Line, en un reino no afiliado al Gobierno Mundial. Desde pequeña vivió junto a su madre, la cual era una Oni. Al ver el aspecto de la niña, la cual tenía tanto la piel como el pelo blancos como la nieve, su padre trató de asesinar a la niña, temeroso de que la pequeña estuviera maldita. Al no conseguirlo, decidió huir, abandonando a la madre y la hija, dejando a estas a su suerte. La infancia de Eaa fue dura. Se quedaba en casa sola mientras su madre iba a trabajar y a los recados, puesto que esta no le dejaba salir, temerosa de que alguien descubriera su aspecto y tratara de acabar con ella. Con el paso de los años, su pelo se tornó de color rojo, igual al de su madre.

Por desgracia, con la edad de diez años, unos nobles mundiales atacaron la aldea, acabando con la mayoría de los habitantes, secuestrando a la niña y con ella a su madre. A partir de ese momento, se convirtieron ambas en las esclavas de uno de los tenryubito. Sumado a los duros trabajos que tuvo que realizar, sufrió todo tipo de abusos por parte de aquel hombre, quien se sentía atraído por la blanca piel de la niña. Por ello, cuando cumplió doce años la separaron de su madre y de la mayoría de esclavos. Los duros trabajos en los almacenes y el campo fueron sustituidos por trabajo dentro del hogar y un pequeño cuarto, en el cual podía leer algunos de los libros de la biblioteca. Aunque todo ello vino acompañado de visitas nocturnas por parte del noble, las cuales nunca terminaban bien para la joven. Ello hizo que la niña temiera la noche, manteniéndose siempre alerta e incluso escondiendo cosas debajo de la almohada con la intención de defenderse, pero la diferencia de edad y las amenazas con hacer explotar el collar de su cuello hacían toda resistencia inútil. Los abusos siguieron durante años, hasta que un día, teniendo Eaa dieciséis años, empujó al noble. En uno de los forcejeos, este le quitó el pequeño cuchillo que tenía, apuñalándola en el brazo. Cuando fue a apuñalarla nuevamente, el golpe dio en el collar del cuello, el cual, por suerte o por destino se abrió. Rápidamente la joven semioni dio una patada al noble, el cual se golpeó en la cabeza contra la puerta. Se quitó el collar como pudo, lanzándolo al otro lado de la habitación antes de que explotara. A pesar de ello, la explosión le alcanzó parcialmente. Herida, salió corriendo de la casa, aprovechando la confusión para huir del lugar. Continuó corriendo hasta que llegó a una cabaña, en la cual vivía una anciana. Con dificultad llamó a la puerta, llevándose la mano a la herida del brazo. Al verla en ese estado, la anciana dejó pasar a la joven. La tumbó en el camastro, quitándole el vestido. La joven aguantó a duras penas mientras esta el curaba, aunque se durmió prácticamente cuando esta terminó. Pasó la noche con la mujer, antes de irse, por miedo a que los guardias la encontraran y le hicieran daño a la mujer.
A partir de ese momento, pasó años huyendo, viajando de isla en isla. Trataba de pasar lo más desapercibida posible, acompañada únicamente de un pequeño gato negro, el cual se había encariñado de ella tras haberle dado de comer una noche lluviosa.