Hace veintinueve años, nació en una remota isla del Grand Line un bebé oso polar en una de las muchas tribus mink repartidas por este vasto mar. Sus mayores le educaron en las antiguas creencias de los dioses, hasta que, con 7 años, unos saqueadores atacaron su poblado con todo éxito, destruyendo el lugar y matando a sus padres en el proceso. En medio del caos, su madre, antes de morir ante sus ojos, le suplicó que huyera lejos. El pequeño osito salió corriendo, cruzó el pueblo vecino sin hablar con nadie y, sin ser consciente de sus actos, robó un bote. Con los paupérrimos conocimientos de navegación que podía tener un niño de tan solo siete años de vida, salió al mar dejándose guiar por las corrientes hasta ser rescatado tras varios días en el mar por un barco mercante. Los marineros lo subieron a bordo y lo alimentaron y cuidaron. Ben nunca había estado tan agradecido. Los hombres jugaban con él y se divertían mucho. Incluso hizo buenas migas con el capitán, el cual ordenó que le preparasen una hamaca junto al resto de los marinos para que durmiera en un lugar seguro. Aquel barco se convirtió en su hogar, acogiéndolo, cuidándolo y alimentándolo, como si fuese uno más de la tripulación, durante otros tres años. Hasta que llegaron a un puerto. El joven Ben de diez años, descargaba las cajas menos pesadas entre las risas y chistes de sus compañeros cuando de repente todo se volvió oscuro. Notó un golpe seco en la cabeza y cuando recobró la conciencia, se vio atado en una especie de prisión grisácea, donde vio a su capitán recibir algo de un hombre desconocido. Este último se giró hacia el joven oso y le dijo que le iba a hacer rico. No todos los días se subastan minks. Pero antes de la subasta, unos rebeldes atacaron las instalaciones y liberaron a todos los prisioneros. El pequeño polar ya sabía lo que tenía que hacer: huir. En la carrera, una jovencita mayor que él, con rasgos de pez, le siguió hasta que el oso no pudo más y paró a retomar el aliento. Al pararse a retomar el aliento, una joven gyojin se le acercó. Había salido del mismo lugar que él y había oído su historia cuando el capitán pirata lo entregó. Le dijo que sabía donde podrían refugiarse y lo invitó a ir con ella, pues conocía bien el lugar. Ben estuvo otros siete años con esta chica, durmiendo en una precaria cueva cerca del mar, haciendo trabajos para los habitantes del pueblo a cambio de algunas monedas y de algo de comida para ambos amigos. Un día, al llegar a la cueva, se dio cuenta de que la chica no se encontraba allí. La esperó un tiempo hasta que decidió ir a buscarla, pero nadie en el pueblo la había visto. Estuvo el resto del día mirando al mar esperando la vuelta de su amiga, a la entrada de la cueva, pero no aparecía. Tanto esperó que no se enteró de que la luna llena había empezado a brillar. La miró fijamente y una energía lo embriagó como un cálido licor que calentó todo su cuerpo. Despertó al amanecer con las manos pesadas y vio que lo habían intentado esposar, pero con unas esposas demasiado grandes. Se levantó dejando caer estas al suelo y observó un hombre delgado, con una camisa y gorra blanca y un pañuelo azul. Intentó escabullirse, pero el hombre lo detuvo con facilidad, informándole que estaba en un barco de la Marina que ya había zarpado. Que había hecho muchos destrozos en la isla y que lo habían capturado para llevarlo a un lugar seguro en el North Blue. Eso sería el comienzo de una nueva vida para Ben Power, el mink oso polar.